Luz Delys Pérez, fallecida en la Clínica General del Norte de Barranquilla.

El fallecimiento en la última semana de dos mujeres wayúus bajo sospecha de coronavirus, una en Riohacha y otra en Barranquilla, abrió un debate por la oposición de miembros de esta comunidad a que los cuerpos sean cremados.

El caso más reciente currió este lunes, luego de la muerte de Luz Delys Pérez Zúñiga, de 30 años, perteneciente al clan Pushaina (del resguardo Alta y Media Guajira), en la Clínica General del Norte de Barraquilla, adonde llegó trasladada el pasado 10 de mayo desde Riohacha, al presentar graves problemas respiratorios.

La familia de la mujer afirma que su deceso se debió a un cáncer linfático que la aquejaba desde hace dos meses y que esto puede ser comprobado con el resultado de una biopsia realizada. Además, que el traslado a la capital del Atlántico fue hecho con el fin de que fuera revisada por un especialista y para realizarle una cirugía en el tórax.

En la clínica, sin embargo, aseguran que por los síntomas presentados se debe esperar el resultado de la prueba para covid-19 que le fue aplicada y en tal caso el cuerpo deberá ser cremado, como quedó establecido en los lineamientos de salud. Decisión a la que los familiares se oponen.

Luz Delys Pérez, fallecida en la Clínica General del Norte de Barranquilla.
Luz Delys Pérez, fallecida en la Clínica General del Norte de Barranquilla.

Según declaraciones de los familiares, en la clínica asociaron la dificultad respiratoria de Luz Dalys con un posible coronavirus, cosa que no se ha comprobado, por lo que pidieron que les dejaran trasladar el cuerpo desde la funeraria en la que se encuentra hasta La Guajira, teniendo en cuenta sus costumbres y tradiciones wayúu.

La semana pasada se registró un caso parecido en Riohacha, capital de La Guajira, con el fallecimiento de Paulina González, de 31 años, cuya familia duró dos días reclamando el cuerpo ante las autoridades locales, que al final aceptaron que se realizara el traslado hasta un cementerio ancestral wayúu en Manaure, bajo estrictos protocolos de bioseguridad.

El antropólogo guajiro Weildler Guerra le pidió al alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, evitar que se realice la cremación y que se aplique el enfoque diferencial en el caso de estas personas indígenas fallecidas, porque si no esto podría generar que los indígenas no acudan más a hospitales.

Para Guerra, en estos casos especiales la Organización Mundial de la Salud ha sido más flexible y universal y lo expresó en el documento ‘Prevención y control de infecciones para la gestión segura de cadáveres en el contexto de la covid-19‘, en el que señala que “es preciso respetar y proteger en todo momento la dignidad de los muertos y sus tradiciones culturales y religiosas, así como a sus familias”.

Explicación

Para explicar el conflicto social que se ha generado en casos como estos y por qué es considerado un acto de arrogancia médica que uno de los miembros de la comunidad sea enterrado fuera de su territorio y sin contar con la voluntad de la familia, en una columna publicada este fin de semana en el diario ‘El Espectador‘, el antropólogo señaló que para los wayúus los cementerios no son simples reservorios de cadáveres.

“Al nacer en un lugar específico, un wayúu es proveído de un origen y un destino; en consecuencia, los cementerios familiares son lugares de pertenencia a los que estamos asociados y destinados desde nuestro nacimiento. Cada cuerpo enterrado allí refrenda un orden territorial, una voluntad de perseverar dentro de él y unos derechos colectivos”, escribió.

Fuente: Semana.com

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