¿Qué puede ser más angustioso que perder a un ser querido por covid-19? Que muera, no poder despedirse y, además, cargar un duelo mezclado con incertidumbre. Así le ocurrió a Julieth Ramírez, quien intenta sobreponerse de la muerte de su mamá, doña Eulalia Wilches, mientras lleva tres semanas con la vida paralizada a la espera de los resultados de las muestras que le tomaron.

Este caso es uno de tantos que se han escuchado en redes sociales y que revelan demoras excesivas en la entrega de resultados de pruebas hechas a personas sospechosas de covid-19 en el país. Pero la historia de doña Eulalia y su familia es por demás diciente.

“Deseo contar lo que pasó alrededor de la muerte de mi madre en medio de la pandemia, así al final las pruebas salgan negativas, porque por la demora de los resultados y por tratarse de un sospechoso caso de covid-19 no pudimos verla ni darle una sepultura digna, y ni siquiera hemos recibido sus cenizas. Tenemos nuestras vidas paralizadas”, relata Ramírez.

De su madre recuerda, por encima de todo, su noble corazón. Trabajó por más de 20 años en una fundación en la que dictó clases de modistería a miles de mujeres necesitadas. “Era una líder en su familia, unía a sus hermanos y siempre los motivó a salir adelante. Creó un grupo de ahorro con sus amigas, promoviendo siempre la independencia de las mujeres para cumplir sus sueños. Era viajera, muy responsable, entregada a sus cuatro hijos y nietos”, continúa Ramírez.

A finales de marzo, doña Nelly —como todos la llamaban— presentó los primeros síntomas: una fiebre que no bajaba de 38 y un dolor abdominal concentrado en el lado izquierdo. Ella era mayor de 71 años, sufría diabetes, Epoc y reflujo. Su familia se preocupó por eso y porque Julieth Ramírez había tenido contacto con unos amigos europeos el 10 de marzo, aunque hasta el momento ninguno había dado señas del nuevo coronavirus.

Doña Nelly y Julieth, en una foto reciente.

Y aunque por sus antecedentes y por temor al virus su familia se abstuvo de llevarla a urgencias varias veces, el 6 de abril no tuvieron más opción que ingresarla a la clínica Los Cobos por el agravamiento de sus síntomas. “Fue la primera vez que mi mamá entró a una clínica por una enfermedad”, afirma Julieth. Allí, el 6 de abril, le tomaron la primera muestra, un aspirado nasofaríngeo.

Días después, por temas administrativos, de convenios y demás, a doña Nelly la trasladaron a la Clínica Centenario. Para ese entonces su estado era crítico. “Ni la pudimos ver porque estaba aislada. Y todos los días nos llamaba una trabajadora social a darnos parte de su evolución. Nunca supimos si recibía nuestros saludos, nuestra voz de aliento y que supiera que estábamos pendientes de ella, así no la pudiéramos ver”.

Finalmente, el 10 de abril a las 9:05 de la noche, doña Nelly falleció. Post mortem le tomaron una segunda muestra, de la que tampoco se conocen los resultados hasta el día de hoy. “No la pudimos ni ver, salió derecho de la clínica a la cremación. Con mis hermanos no pudimos ni abrazarnos, solo nos mirábamos nuestros ojos llenos de lágrimas, en medio de un tapabocas que nos estorbaba”, cuenta Julieth Ramírez.

Desde entonces, para esta familia el dolor ha sido tan grande como la incertidumbre. Al intentar saber qué pasó con los resultados de las dos pruebas tomadas a doña Nelly, la EPS Sura respondió que la información sería publicada en una página en internet de la Secretaría de la Salud, la misma que han visitado insistentemente y que sigue silente al ingresar los datos de doña Nelly.(Luego de publicada esta nota llegó el resultado negativo de la primera prueba. Sin embargo, la familia aún espera que le informen el análisis de la muestra tomada post mortem el 10 de abril).

Varias semanas esperando resultados

Otro caso de demoras en la entrega de resultados es el de una mujer que prefiere guardar su identidad y a la que le tomaron la muestra el 1.° de abril. Ese día, luego de llegar de unas vacaciones junto con su novio de nacionalidad española y una pareja de amigos que venían de Nueva York, empezó a presentar síntomas asociados al virus. Para salir de dudas, se contactó con su póliza de seguros y pidió una consulta, por lo que fue atendida a través de una videollamada por un doctor que le ordenó someterse al examen.

“Rápidamente me dieron la orden de la prueba y al otro día, 2 de abril, fueron a mi casa. Hasta ahí todo bien, pero con el paso de los días y la semanas empezó el desespero”, cuenta la mujer.

Inicialmente le dijeron que los resultados se demoraban de unos cinco a siete días, pero que el lapso de espera aún era incierto. “Yo me averigüé a través de conocidos y supe que mi prueba dio negativo (…). Pero eso no era suficiente, no tenía un resultado oficial, en eso pasaron casi 18 días. Movía fichas porque estaba desesperada y necesitaba eso para regresar al trabajo”, contó.

Según ella, tanto en el Instituto Nacional de Salud (INS) como en la Secretaría de Salud le decían que verificara en el sitio de internet, pero que se trataba de un negativo. Sin embargo, al ingresar al sitio el estado de la prueba seguía saliendo en proceso. Solo hasta el 15 de abril vio la actualización en el sitio web y el domingo 19 del mismo mes recibió la notificación vía e-mail del resultado oficial.

“Pienso en la gente que tiene síntomas de moderados a graves y que convive con niños y adultos mayores, sobreviviendo no solo a la sintomatología sino a estas esperas que inciden en la salud mental de ellos y sus familiares. La incertidumbre solo exacerba la salud mental de todos los que estamos viviendo esta pandemia”, agrega.

Otro caso, conocido por Citynoticias, es el de una mujer que presentó los primeros síntomas el 31 de marzo. Logró comunicarse con su EPS y el 5 de abril le realizaron la pruebaEl sábado pasado, después de 20 días, pudo conocer el resultado negativo. “Tanta maravilla que dicen que no es sino marcar a una línea y lo atienden no es cierta, no funciona realmente. En mi caso no fue así”, asegura.

Durante su espera sufrió una complicación respiratoria y tuvo que ser trasladada a un centro de salud. La estabilizaron y le hicieron algunos exámenes. Ella regresó a casa en un taxi y los resultados aún no llegaban. La mujer estuvo aislada en su vivienda, con síntomas que persistían y una espera angustiante. “Me sentí una estadística más. Nadie me daba respuesta. Era desgastante estar en la incertidumbre de no saber qué es lo que tenía”, manifestó.

¿Por qué las demoras?

Martha Ospina, directora del INS, explica que la comunicación de los resultados de las pruebas a las personas no depende de su entidad, sino de las secretarías de salud, pues son ellas las que se encargan de remitirlas oficialmente para su realización. “El INS remite a dichas dependencias los resultados tanto positivos como negativos, los cuales se realizan en un tiempo que no sobrepasa los dos días”, asegura.

Según Ospina, se lleva un registro de las veces que cada secretaría entra al sistema a bajar los resultados. Hay algunos que lo hacen con frecuencia, pero muchos dejan acumular los resultados varios días, lo que influye de manera directa en los tiempos de espera.

También influyen los tiempos que transcurren entre la toma de la muestra, el embalaje y el envío. “En algunas secretarías, esto es casi inmediato y en otras puede tardar por problemas logísticos, de disponibilidad de recursos e incluso por problemas de distancia y posibilidades de acceso”, remata Ospina.

Fuente: ElTiempo.com

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