Tras veintidós días aislada en su apartamento en Villavicencio, la ingeniera ambiental Valentina García recibió el domingo la noticia de que ya no tiene covid-19. La mujer logró superar el desaliento, la fiebre, la tos y las dificultades para respirar, que le produjo el coronavirus que trajo desde Europa.
Además de la enfermedad, Valentina también se enfrentó a la estigmatización que sufrió, junto a su familia, de parte de sus vecinos y muchas otras personas en las redes sociales.
A sus 31 años, Valentina se convirtió en la primera mujer en el departamento del Meta en ser diagnosticada con el virus que tiene paralizado al mundo y, así mismo, en ser la primera persona en esta región del país en evolucionar en forma positiva, tras recibir el pasado domingo en la noche el reporte negativo para covid-19 del Instituto Nacional de Salud.
Viajó a España el sábado 15 de febrero junto a diez compañeros de la Universidad Santo Tomás, en Villavicencio. El objetivo era hacer un curso de opción para terminar la especialización en gerencia empresarial que adelanta.
Llegaron a Madrid el domingo 16 y del 17 al 21 estuvieron haciendo el curso en la European School of Leadership. Luego, la joven viajó a Praga (República Checa), haciendo escala en Milán (Italia) con unos amigos y regresó a Colombia el 3 de marzo.
En ese momento, ni en España -donde había poquitos casos- ni en Colombia se estaban haciendo los controles sanitarios tan rigurosos para evitar el contagio por coronavirus. A Bogotá llegó el 3 de marzo y a Villavicencio al día siguiente en la madrugada.
Al llegar empezó a trabajar normalmente y a estar en reuniones con la empresa donde labora, la cual se dedica a la contratación de obras públicas, interventorías y consultorías con entidades públicas como la Agencia de Infraestructura del Meta (AIM) y el Instituto de Turismo del Meta.
El 9 de marzo empezó a sentirse enferma y se dirigió donde la doctora familiar, quien la empezó a tratar con sueros y medicinas de biorregulación alemana para manejar el sistema inmunológico. Pero cuando le comentó que acababa de llegar de España, de inmediato esta la mandó para la casa.
Enseguida reportaron el caso a la Secretaría de Salud. Un día después la EPS Sanitas la visitó para crear la historia y 24 horas después una funcionaria de la Secretaría de Salud arribó para tomarle la muestra.
Los rumores sobre el contagio por coronavirus de Valentina empezaron en Villavicencio el viernes 13 de marzo, pero oficialmente la notificó una funcionaria del Instituto Nacional de Salud un día después.
El viacrucis y la mejoría de salud
Valentina sostiene que no sabe dónde adquirió el virus. “De mis amigos ninguno tuvo síntomas. Yo estuve con mi prima en Madrid y tampoco ha presentado síntomas. Estuve en escala en Milán, cómo hora y media, pero no tuve contacto con nadie. Pudo haber sido en el aeropuerto o en el avión que tomé de regreso, es difícil saber dónde pudo haber sido”.
Al tiempo que se enteró de ser positivo de covid-19, Valentina y su familia empezaron a ser estigmatizados por falsas informaciones que empezaron a publicar en las redes sociales. “No sé qué manejo hubo o alguien identificó mi nombre antes de ser notificada oficialmente de que estaba contagiada por el virus”, cuenta.
“Nosotros nos enteramos de que yo tenía el virus porque un amigo llamó a una amiga y después empezaron las publicaciones en Facebook con la foto mía, mi dirección y empiezan a correr mensajes en WhatsApp donde aparece una foto medio borrosa de una niña diciendo yo que estaba en la calle”.
La imagen parece que la publicaron vecinos del conjunto donde vive, los mismos que pedían su traslado. El conjunto se dividió en dos: uno ayudándola y otro en contra.
“Eso empezó el viernes y el domingo amanecí muy triste con eso y empecé a recibir llamadas de la familia y amigos a apoyarme. Entonces, tomé la decisión de alejarme de las redes, además porque tenía pocas energías para verlas”, cuenta.
Pero tenía otra gran preocupación, “que mi familia se fuera a contagiar y ellos también empezaron su aislamiento mientras le hacían los exámenes”.
Del 9 al 15 de marzo fueron los días más complicados. “La enfermedad quita mucho la energía. Además, tenía fiebre, tos, ahogo por la dificultad para respirar y mantenía mucho tiempo acostada”. Para paliar los padecimientos, Valentina dice que oraba y “eso me daba mucha fortaleza y mi familia y amigos estaban muy pendiente llamándome”.
Además, tuvo dos vecinas que le ayudaron sin miedo a contagiarse. “Ellas, muy lindas, me traían remedios y me dejaban notas debajo de la puerta”. Pero reconoce que “hay días de encierro muy duros que le dan a uno desespero”.
Las autoridades de salud le pidieron los contactos con todas las personas que estuvo desde el domingo 8 de marzo en adelante. A quienes los contactaron les hicieron los exámenes, los cuales salieron negativos para covid-19, unas 13 o 14 personas sostiene Valentina, aun cuando las autoridades de salud dicen que les hicieron pruebas a 35 personas.
Al conjunto llegaron un día agentes de la Policía y funcionarios de la alcaldía para hablar y explicar que no había riesgo mientras Valentina estuviera aislada en el apartamento. “Siempre hay gente con mucha rabia, pero por eso es mejor ni salir todavía y en este momento tampoco soy capaz de hacer deportes todavía”.
“Me hicieron la última prueba de covid-19 el 24 de marzo, 14 días después del inicio de los síntomas. Me dieron los resultados el pasado domingo en la noche y salió negativo. Yo sigo aislada en el apartamento. Por ahora prefiero quedarme en la casa. Además, hay que atender las disposiciones del Gobierno”, concluye Valentina.
Fuente: ElTiempo.com