A Daniel Álvarez, colombiano radicado en Quito, Ecuador, la vida le cambió en menos de diez días. El 3 de marzo, por cuestiones de trabajo, viajó a México. Debía regresar el 13 de ese mismo mes, pero un día antes de su vuelo, el gobierno de Lenín Moreno ordenó el cierre de los aeropuertos.

Horas antes de partir llevó a su hijo Amaru, de seis años, a casa de la niñera de confianza. Ambos viven en un pequeño apartamento en la capital de Ecuador, desde que Daniel (padre soltero) decidió ir a probar suerte en ese país, donde trabaja como relacionista en una cadena hotelera.

El anuncio de cancelación de vuelos no fue tan angustiante para Daniel, como el darse cuenta de que la niñera tenía posibles síntomas de covid-19. Un día lo llamó y le contó de malestares como piquiña en la garganta y dolor de cabeza. No podía estar más a cargo del niño, que en ese vecino país solo tiene a su papá. 

Desesperado trató de comunicarse con la madre del menor, una joven caleña que tampoco pudo hacer mucho desde la distancia. La suerte de Amaru Álvarez quedó al azar en un país que no es el suyo. Y con tan solo seis años. 

Daniel intentó hacer puente con las cancillerías de Colombia en Quito y Ciudad de México, pero sin mucho éxito. Su jefe, la gerente del hotel para el cual trabaja, decidió recoger al niño y llevárselo a casa. Días después respondió el embajador en Ecuador y ofreció llevar a Amaru hasta Ipiales, pero moverlo en un país con casos de contagios disparados, suponía un riesgo mayor.

“Ahora el niño está con la gerente del hotel, que me está ayudando mucho. El embajador les llevó un mercado, pero decidimos no trasladarlo hasta Ipiales, donde lo recogería mi mamá, por el riesgo que eso traería para ambos. Ella ya es una señora de edad”, cuenta Daniel desde México.

El diagnóstico de la niñera dio negativo para covid-19, y ahora también está al tanto del niño. Trata de colaborar en lo que más pueda, dice Daniel, quien ya completa un mes lejos de su hijo, y con un agravante: la aerolínea le manifestó que no volarán hacia Ecuador hasta el 1 de mayo, cuando se tiene presupuestado que abran de nuevo los aeropuertos. 

Sin embargo, en México las medidas han sido tardías por el presidente Manuel López Obrador, que en principio le restó importancia a la pandemia. “La cosa es que aquí apenas van a empezar a tomar cartas en el asunto. Apenas contemplan cerrar aeropuertos. Entonces, cuando abran Quito, aquí estará cerrado y me tocará quedarme como mínimo tres meses alejado de mi hijo”. 

Daniel ha tocado todas las puertas, ha hecho un sinnúmero de llamadas a funcionarios que prometen ayudarle con un vuelo humanitario, de esos que por estos días salen de México. “Amaru tiene seis años, pero él ya hace preguntas. La última vez que lo llamé me dijo que si era verdad que yo no regresaba porque no tenía dinero. Me preocupa el estado psicológico y todo lo que esto puede acarrear para él”, relata Daniel.

Padre e hijo se ven a diario a través del WhatsApp de la gerente del hotel. Por ese medio, Daniel le ayuda a Amaru a hacer las tareas, porque aunque los colegios cerraron aulas, las clases siguen de manera virtual. Desde la distancia, Daniel todos los días dice presente en el grupo de padres y profesores.

Fuente: Semana.com

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