La lancha Edna del Pilar, en Puerto Inírida Foto: Archivo particular

Durante las últimas semanas en las noticias internacionales ha sido frecuente ver los casos de cruceros de lujo en el Caribe cuyos tripulantes han quedado  encerrados a bordo debido al coronavirus. Pero esta historia también se puede ver en los alejados ríos de las selvas colombianas, aunque no en embarcaciones lujosas si no en lanchas viejas, carcomidas por el óxido y en ríos de aguas oscuras.

En el muelle de Puerto Inírida, en la capital del Guainía, hay una embarcación que prácticamente se ha convertido en el ‘coco’ para los habitantes de esta población. Se presume que su tripulación está infectada por el covid-19.

Muy pocos se atreven acercarse esta barcaza de transporte de hidrocarburos y sus seis tripulantes están sometidos a un confinamiento voluntario pero también aseguran ser víctimas de una discriminación injusta.

Se trata de la lancha Edna del Pilar, que el pasado 9 de abril salió de San José del Guaviare con una carga de 200 toneladas de combustible rumbo a la capital de Guainía. Llegó a su destino el 3 de mayo.

Durante más de 24 días la pesada embarcación se movió aguas abajo por el río Guaviare, hasta que llegó al Inírida y subió hasta la capital del Guainia. Su tripulación está compuesta por seis personas, incluida una mujer de 49 años que se encarga de la cocina.

Su capitán es Marcos Guevara, quien se ufana de llevar 33 años navegando las aguas de los caudalosos y peligroso el río del oriente colombiano sin ninguna dificultad.

Marcos asegura que durante las más de cuatro semanas que estuvieron navegando no se detuvieron en ningún puerto, que ni siquiera pararon en ningún lado a comprar algo.

“Esta lancha cuenta con baño, incluida una ducha, tenemos comedor, cocina y habitaciones para los tripulantes”, relató el capitán de la embarcación.

De acuerdo con su relato, el 3 de mayo llegaron a Puerto Inirida, descargaron el combustible y nadie salió de la embarcación con excepción de él, quien salía exclusivamente a comprar algunos abastecimientos.

Contó que en una de sus salidas, el 9 de mayo, se encontró con un amigo quien le dijo que venía de hacerse una prueba del coronavirus, que realizaban totalmente gratis.

Ante esto el capitán de la embarcación llamó a sus tripulantes y los hizo venir para que se hicieran la prueba.

Recordó que fue algo muy rápido.

Pero tan pronto la mujer se realizó la respectiva prueba, las alarmas se prendieron en el lugar y la versión corrió más rápido que los raudales del río Guaviare.

Nos dijeron que el examen practicado daba entender que ella podía estar contagiada. Pero que había que confirmar con otra prueba, la del tipo PCR, que en últimas les fue practicada a los 6 ocupantes de la lancha.

De inmediato llegó la policía, funcionarios de la alcaldía y de la Secretaría de Salud.

Todo el mundo se les quitaba de su lado y nadie les quería hablar.

Marcos contó que pidió a las autoridades locales que cómo hacía para mantener aislada a la mujer, que él cubriría los gastos.

Megáfono en mano comenzaron avisarle a la gente que no se acercaran a nuestra lancha que ahí había un foco de contagio. Dijeron que era necesario aislar nuestra embarcación y sacarla del puerto

“Nos dijeron váyanse para la embarcación y quédense ahí”, relató el capitán de la nave.

“Yo insistí en que se debía mantener a la mujer aislada pero la respuesta que nos dieron fue que tranquilos, si ella tenía el coronavirus ya todos estábamos contagiados, entonces que nos quedaramos aislados en la lancha”, relató.

Contó que tan pronto llegaron el embarcación apareció la policía y algunos funcionarios oficiales quienes “megáfono en mano comenzaron avisarle a la gente que no se acercaran a nuestra lancha que ahí había un foco de contagio. Dijeron que era necesario aislar nuestra embarcación y sacarla del puerto”.

“Yo me negué porque no iba exponer mi barco al quedar fuera de la ciudad. Eso es un peligro para nosotros y para el barco”, aseguró.

Contó que la idea inicial era poner cinta de seguridad alrededor del barco y dejar a unos policías de guardia para que nadie entrara o saliera de la embarcación.

Sin embargo, relató que todas esas medidas se acabaron muy pronto y que ellos se quedaron con su lancha en el puerto local.

Allí algunos conocidos de él le han ayudado. En ocasiones le llevan mercado e incluso les consiguieron unas hojas de eucalipto con los cuales hacen vaporizaciones en la lancha.

Después de que nos hicieron las pruebas, nosotros nos devolvimos solos, caminando hasta el puerto

La mujer permanece encerrada en una habitación del barco, mientras que los demás aunque con tapabocas y guantes sí permanecen en la cubierta de la embarcación.

Por momentos juegan dominó o parques, ven televisión y duermen en hamacas.

También le han dedicado tiempo a desinfectar la embarcación. La lavan con jabón y cloro.

En el barco la expectativa es que este martes les lleguen los resultados de las pruebas que fueron enviadas a Bogotá.

Los seis están confiados en que saldrán negativas pues no han tenido ningún síntoma. Además porque en su recorrido por el río nunca tuvieron contacto con ninguna persona.

Además, Marcos quiere que todo se aclare pues asegura que ha sido víctima del hostigamiento por parte de algunas personas que lo señalan de haber llevado el virus al Guanía, donde hasta ahora no se han reportado casos.

Y si todo sale como èl espera, lo único que pide que por todos los medios de comunicación posibles se aclare que no tienen covid-19 y que su barco no llevó el virus por el río Guaviare.

Fuente: ElTiempo.com

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