Con tan solo siete años participará en el Mundial Escolar de este deporte, que se realizará en octubre en Panamá.

A los cuatro años, Nicolás David Ramírez ya sabía contar hasta mil. Cuando cumplió esa meta, su padre Octavio le enseñó a contar hasta 10 mil y al cabo de tres años más ya sabía hacerlo hasta 10 millones. Encontraba algo fascinante en el mundo de los números que para muchos otros, incluso más grandes que él, era difícil de entender. Por eso sobresalía fácilmente en las clases de matemáticas y se destacaba entre sus compañeros de segundo grado del colegio Liceo Los Cisnes, ubicado en el barrio La Rivera, en Cali.

Los expertos que lo han evaluado sostienen que su coeficiente intelectual tentativo (y temporal) oscila entre 140 y 160. Para poner esto en perspectiva, el rango promedio de una persona que se somete a esta prueba está entre 90 y 100 puntos, según el Centro Psicológico de Aprendizaje de Colombia.

Ese potencial de pensamiento lógico que Nicolás desarrolló a muy temprana edad lo ha enfocado durante el último año y medio al ajedrez. “Al comienzo, en 2018, solo quería pasar tiempo con mi hijo. Jugábamos a los carritos y nos divertíamos. Luego me dio por enseñarle ajedrez y practicábamos todos los días de una forma inocente, sin querer competir, pero un día lo llevé a la Biblioteca Departamental en Cali y los señores que jugaban allá lo vieron hacer una serie de movidas y me dijeron que tenía a un genio”, cuenta su padre Octavio Ramírez.

Algunos días después, Giovanni Londoño, un ajedrecista campeón de larga trayectoria que ha representado en esta disciplina a las Fuerzas Armadas de Colombia, supo del talento de Nicolás, lo vio jugar y lo catalogó como un “niño prodigio”. Este fue el último impulso para que la familia de Nicolás decidiera llevar su talento a competencia y empezar, en septiembre de 2018, su carrera de manera oficial en la Liga de Ajedrez del Valle del Cauca. “A mí me gusta este deporte porque tengo un don y todos los días sueño con ser campeón mundial. Aunque no olvido que mi pasión es jugar partidas, gane o pierda”, asegura Nicolás.

Aunque tuvo algunos quebrantos de salud, problemas en los bronquios, logró no solo participar en los torneos nacionales de la temporada 2019, en Bogotá, sino que en dichas justas se consagró campeón nacional en las categorías sub-6 y sub-7, y se ganó el cupo para participar en el Mundial Escolar de Ajedrez 2020, en Panamá.

Inicialmente estaba previsto que el Mundial se realizaría entre el 28 de mayo y el 7 de junio, pero ante la emergencia mundial por cuenta de la pandemia del coronavirus, los organizadores del encuentro decidieron aplazarlo para octubre.

“Entendemos el momento que se vive ahora, lo más importante es la salud de todas las personas, pero no podemos ocultar la tristeza de no ir porque teníamos todo listo para viajar con Nico. Al comienzo, la Federación nos dijo que solo nos apoyaba con la inscripción y 3 o 4 sudaderas, pero conforme pasaba el tiempo, se fueron sumando (de palabra) apoyos particulares y por parte de la Secretaría del Deporte en Cali para cubrir con todos los gastos. Esperamos que esto se extienda hasta octubre, cuando se realizaría el Mundial”, sostiene Octavio Ramírez.

Por lo pronto, lo que le espera al llamado “niño genio” del ajedrez colombiano son meses de preparación en su casa y, si es posible, con un profesor que lo instruya vía digital. “Tengo muchas ganas de seguir aprendiendo. Sé que todavía me puedo concentrar más y así ganar más cosas. Voy a practicar porque quiero ser un campeón”, señaló Nicolás.

Su secreto, según él y su padre, es que en los últimos meses se ha adaptado a un entrenamiento riguroso, que ya conoce de memoria, en el que a través de ejercicios ensaya movimientos de forma mental y luego los ejecuta de manera magistral. Este proceso consiste en llevar a cabo una “táctica”, como la llama su padre, en la que se infiere en su mente juegos con las fichas, que posteriormente las lleva al tablero. Esto, según Octavio, es algo en lo que su hijo pocas veces se equivoca.

Hecho este paso, la concentración que ya adquirió para ese momento le permite llevar todo a la práctica y poner a funcionar en torneos y en partidas con profesores todo lo que surgió en su cabeza. La fórmula es casi infalible. No en vano, además de ser campeón nacional en dos categorías, Nicolás es campeón departamental sub-8 y subcampeón nacional en la misma categoría. Los números y las lógicas se mueven distinto en su cabeza.

Fuente: ElEspectador.com

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