Tuvo que entrar por urgencias al hospital Santa Clara, en la localidad de Antonio Nariño. De nuevo los síntomas de su enfermedad le impedían permanecer en casa. Su padecimiento era psiquiátrico, y requería de la mayor atención y vigilancia.
Sin embargo, en este sitio, donde estaba siendo atendida, a las 10 de la noche del pasado 11 de mayo fue víctima de una agresión sexual.
Ese día, en la mañana, un hombre de 46 años, luego identificado como Álvaro Prieto Capote, ingresó al centro médico por una neumonía crónica. Fue atendido y ubicado en una cama en la unidad de urgencias, en el primer piso.
Solo una pared lo separaba de la mujer que horas más tarde atacaría. Nadie sospechó nada, el hombre no tenía comportamientos extraños. Algunos creen que, de algún modo, Prieto logró notar su vulnerabilidad, fijarse en sus movimientos y atacar en el momento justo.
No obstante, las investigaciones posteriores indican que este hombre habría aprovechado lo que denominan los policías como el factor oportunidad.
“El personal médico que está de turno se da cuenta de que un sujeto sale de un baño en el cual estaba la víctima, que luego sale desnuda. Por ende llaman a los policías que llegan, y al escuchar lo que dicen los médicos proceden con la captura”, explica un uniformado que recibió a este hombre en la URI de Puente Aranda.
Lo dejan en libertad
Todo parecía resuelto, el individuo estaba esposado y era conducido por uniformados ante las autoridades judiciales. Sin embargo, a la URI a la que lo llevaron llegó tranquilo. Uno de los investigadores que lo recibió en este lugar recuerda que Prieto aseguraba que todo había ocurrido con el consentimiento de la mujer.
“Se le explicó que esta persona tenía un problema psiquiátrico, que no era consciente de lo que quería, pero no, el sujeto estaba muy tranquilo y convencido de que no había pasado nada malo”, explicó el policía, que después de que un juez dejó en libertad a ese hombre, recibió la tarea de reunir en un tiempo récord el suficiente material probatorio para solicitar una orden de captura.
La víctima, una madre de familia entre los 40 y 45 años de edad, fue llevada el mismo día de la agresión a Medicina Legal. Allí confirmaron la agresión con algunos exámenes forenses, y se le realizó una entrevista.
Su testimonio coincidía con lo relatado por algunos profesionales de la salud que observaron lo ocurrido, y que denunciaron ante las autoridades.
Pero había algo que inquietaba a los detectives que estaban al frente de este caso. En su investigación identificaron que este individuo era un habitante de la calle, por lo que no tenía arraigo ni sería fácil de ubicar si era dado de alta del centro médico.
Él permanecía en el hospital donde atacó a la paciente, y una vez fue liberado por el juez volvió a su camilla porque aún no le habían realizado el procedimiento médico por el que fue internado.
La captura
La mujer también regresó al hospital, pero fue ubicada en otro lugar, lejos del sitio donde ocurrieron los hechos. En dos días, y ante la contundencia de las pruebas, finalmente fue emitida la orden de captura número 008 del 14 de mayo del 2020 en su contra. Orden que se efectuó ese mismo día.
“Cuando hay personas vulnerables, que sufren de un problema psiquiátrico, deben tener un cuidado estricto. Los medicamentos las dejan somnolientas, vulnerables, no las pueden dejar mezclar con otras personas como esta que viene de la calle, que es consumidora de sustancias”, reflexionó el agente que lideró esta investigación.
Fuente: eltiempo.com